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  • Foto del escritorAlan Tacoman

Falsa crónica: Del poder de las redes para destruir


Ah las redes...increíbles para hacer famosos a cualquier lugar, establecimiento, persona, etc e igual de increíbles para hundirlos. Una jungla digital en la que todos se atacan, todos se molestan y todos critican. También una en la que todos quieren pertenecer a cierto status. Sin duda alguna, con todo y todo, las redes sociales así como son de poderosas, son efímeras.


Uno de los fenómenos gastronómicos que más se han suscitado en los últimos años es la "taquería" Orinoco. Un fenómeno que con poco tiempo de vida, ya era llamada una de las más emblemáticas del país. Increíblemente, se volvió el lugar que provoca filas de gente para ir a comer, además de que provocaba una serie de posteos en redes después de una noche de jarra. Como muchos otros restaurantes, el hype se desarrolló de forma desmedida para así convertirse en la opción predilecta para "bajar la peda".


Un fenómeno que, si me lo preguntan, solo valía la foto en redes. El lugar por demás decirlo, es sumamente normal y hasta caro. Poca calidad, mala atención, caro y excesivamente lleno, es difícil encontrar un buen plato o al menos uno que valga el precio que te cargan. Por ahí el concepto fue valioso por brindar una experiencia de "barrio" (Que siendo honestos, parece más una tortería) y pues el whitexicanismo lo adoptó como el lugar para ir después de unos drinks en la Roma, siendo que eso obligó a muchos (me incluyo a irlos a probar).


El tema es que las redes reventaron en tanta publicidad indirecta a Orinoco, que incluso fueron parte de una campaña con Adidas (Shame on Adidas) y fueron visitados por varias celebridades actuales como Dua Lipa entre otros. Un fenómeno que explotó gracias a las redes y que, como todo lo que tiene origen ahí, está por ser acabado por las mismas. En un giro de tuerca, un video en el que supuestamente uno de los responsables golpeaba a uno de los meseros, las redes se unieron para destrozar a la "taquería" con acusaciones que van desde las pésimas condiciones laborales, hasta la gentrificación que ocasionan y otros como yo que ya vivimos su terrible experiencia y que detestamos que se le llamen buenos tacos cuando son completamente medianos.


En minutos, la fama y el brand growth que Orinoco había logrado, se tambalea al punto en el que viene la otra parte del fenómeno que se suscita siempre: Ya no es cool ir a Orinoco. Entre las risibles respuestas de los dueños, la creación de bots para defender su establecimiento, hasta el hecho de que cada vez somos más los que hemos recibido una mala atención o nos hemos dado cuenta que sus precios son terriblemente elevados para la calidad que ellos ofrecen, más allá de la fotito cenando a las 2 am en Orinoco.


Entre cucarachas, popó de ratón en el agua de jamaica (No, no es chía) y hasta condiciones poco favorecedoras a menores de edad laborando y a sus empleados sin seguro ni utilidades, Orinoco apunta a ser el señalamiento de Julio en redes sociales. Lo preocupante aquí es la nula respuesta de los dueños y encargados, más allá del ataque de bots a la página Terror Restaurantes. ¿Por qué las marcas no piensan en ser cool hasta en las crisis? Vamos, no cuesta nada. Pero no, Orinoco hoy demuestra soberbia y prepotencia ante estos señalamientos y 0 autocrítica y cuidado de su personal, además de la seguridad falsa de que de todos modos seguirá yendo gente.


Y miren que no descarto que la gente siga yendo, el tema es que está sucediendo algo muy claro: La gente en CDMX se está cansando de la falsedad y de lo "feik". La gente está cansada de sobrepagar por algo que por menos costo, puedes comer de mejor manera en otro lugar, la gente está harta de las modas en redes, de la fotito al plato después de la peda de tantos santis y ana sofis. La gente ya no quiere que le digan que está cool comer y que no. La gente quiere algo real.


Y ante este fenómeno, está claro algo: La gente te pone, pero en tiempo récord, la gente te quita. Hoy, me atrevo a decir que el fenómeno pasará a ser la taquería más paneada de la ciudad. Una taquería que ya empieza a recibir reclamos sociales más fuertes y que demuestra a ciencia cierta, que todo lo que sucede en redes, tiene una fecha de expiración cada vez más rápida. Y máxime, si la respuesta del establecimiento es mentir (Nadie se cree que eso haya sido hace un año) y crear bots, la crisis está a segundos de reventar a un lugar en donde Orinoco pasará de lo que está "In" a lo que está vergonzoso presumir. Y ahí, en mi humilde y amarga opinión, Orinoco va a perder lo único que ofrece: Falso status.


Y no dudo que haya gente que sí guste de sus tacos (A mi me gusta Last Jedi, paneada universalmente por los fans warsies), pero creo yo que si operativamente el restaurante no hace la diferencia, estamos ante otro "fall from grace" de nuestra década. Otra más que se unirá a otros tantos que se creyeron intocables y que hoy, están cancelados en sociedad.


En mi caso, mi primera y única visita en 2022 fue deleznable. Tacos feos, caros, mal trato del staff y una prepotencia segura de la gente al sentir que estás entrando al lugar más querido de México. Y ojo, tampoco creo que no lo haya sido en algún momento. Y ojo también, porque yo sí pedí el agua de jamaica...



















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